jueves, 9 de junio de 2016

RELATOS TRADICIONALES


RELATOS TRADICIONALES

La cultura de los pueblos a lo largo de su historia ha sido transmitida según la capacidad de sus interlocutores y la disponibilidad de medios y de los recursos didácticos en boga. Por experiencia conocemos que los cuentos, las leyendas, los relatos, las fábulas e invenciones de diversa índole, que en su forma se adornan con figuras literarias, tienen el propósito implícito y explicito de transmitir precisamente mensajes de generación en generación o dicho de otro modo, establecer una verdadera comunicación entre los elementos que lo conforman, es decir, entre el emisor y el receptor y si se establece en doble canal, el proceso es mas efectivo.
Los diversos recursos didácticos anotados en el párrafo descrito aún tienen vigencia en nuestros tiempos, en la medida en que podamos aprovechar de los medios más sofisticados de la comunicación para la respectiva difusión.
Los contenidos de los mismos, es decir, el fondo de la figura literaria utilizada, tiene relevancia en la medida en que esté apalancada por el propósito de la comunicación.

Se caracterizan por ser amenos, nada cansones ni aburridos. El lenguaje utilizado es por demás comprensible y los contenidos para su estructuración, son asimilados en su mayoría de los acontecimientos reales de nuestra época y tienen el propósito de provocar la discusión inteligente en cada temática. En algunos de ellos podemos encontrar dosis de invenciones, pero que en todo caso no están al margen de la realidad de los acontecimientos o de los contenidos teóricos de un determinado tema.

El propósito del autor se enmarca en la posibilidad cierta de que estos contenidos puedan ser materia de difusión, respondiendo a las diversas inquietudes de los integrantes de los procesos de comunicación, de enseñanza-aprendizaje y otros. En este sentido puede emplearse como recursos para la motivación, para la información, para la discusión o para el discernimiento reflexivo.

Aspiro que este ensayo, sirva de motivación del lector para el rescate de tantos cuentos y leyendas o de la elaboración de nuevos, que sean útiles a la orientación y formación de mentalidades de nuestras nuevas generación.

El año viejo

Hace muchísimos años, cuando no había el servicio de alumbrado publico y peor el domiciliario, en una noche de luna resplandeciente, casi redonda y muy grande, víspera de la luna llena, que coincidió con el último día del año; como de costumbre, una de las familias más importantes de la comarca andina se reunió para amenizar la noche: contar cuentos, los chismes más sobresalientes de los vecinos y de familiares. En esa noche, no hizo falta encender el candil ya que la luz de la luna era suficiente. Por supuesto que el ambiente estuvo helado y los miembros de la familia se sentaron en el corredor muy pegaditos y abrigados con ponchos los hombres y chalinas las mujeres. Hubo de todo: cuentos miedosos que provocaron tensiones especialmente en los niños, risas y carcajadas en los adultos debido a uno que otro chiste contado al azar; murmuraciones a las vecinas solteras que les vieron salir a escondidas a verse con los enamorados; descrédito a la Mariquita que había enviudado prematuramente y que ha cambiado antes de cumplir el año su vestido negro por un rojo de burato con vuelos blancos y las coqueterías sobre todo con los mercaderes que de vez en cuando deambulaban ofreciendo algunos objetos para uso casero.
En ese contexto nada serio, de pronto Juan Francisco, el tío solterón de la familia irrumpió para murmurar a cerca de la finalización del año: Ya se acaba el año, un año menos de vida, cada vez nos ponemos más viejos, las solteras se quedan en la percha, como pasa el tiempo y ahora parece que es más de prisa…… Estos comentarios conmovieron enormemente a los presentes, especialmente a los adultos que, iban entrando en una situación de seria reflexión que contagió a los más pequeñines que quedaron confusos y sin respuestas halagadoras.
Aparentemente, habían pasado de prisa las horas de aquella noche tan amena, que de pronto el primer cántico del gallo anunciaba las once de la noche y en ese momento surgió la idea de invitar a los vecinos y a más parientes a una reunión para programar la despedida del año. Con esta idea se fueron a dormir con la tarea de pensar que hacer para aquella celebración tan importante y que sería por la primera vez.
En la mañana siguiente, con ocasión del desayuno, el tío Pacho / como se lo conocía/ tomo la iniciativa para proponer que: sería bueno limpiar toda la casa, el patio e incluso el camino del frente de la casita en la que vivían, poner música a alto volumen con la victrola que se accionaba con manivela para que de un ambiente de fiesta y luego ir a invitar a los vecinos para conversar a cerca de ella, en la que participarían todos y todas.
A eso de las diez de la mañana reunidos los vecinos en el patio de la casa de los organizadores, resolvieron construir un monigote que sería embutido en unas ropas viejas con aserrín extraído de la madera que habían aserrado. Los adolescentes que eran más pilas que los demás, a escondidas acudieron al baúl del tío Pacho para robarle su único terno de casimir que tenía guardado para las fiestas y los días domingos. Una vez que lograron el terno, lo vistieron al muñeco y como estuvo muy parecido al tío Pacho decidieron hacerle una careta lo más semejante al personaje que representaría al año viejo que lo hicieron sentar en una silla y lo adornaron con arcos de ramas y enredaderas floridas. Lo pusieron un letrero que decía: CON UNSION DESPIDAMOS A LO MALO DE ESTE AÑO PARA EMPEZAR UNA NUEVA VIDA. El tío Pacho al caer en cuenta de que le estaban tomando el pelo, desapareció por encanto y tomó la iniciativa de elaborar el testamento, para sacarse el clavo / SEGÚN EL/; mientras que sus sobrinos queridos planificaban los disfraces de viudas para completar el cuadro. Para ello igualmente a escondidas de las solteras de la familia se sustrajeron los mejores vestidos, las chalinas y una que otra cartera. No lograron ponerse los zapatos de taco, ya que estos se hundían en el suelo húmedo.
Los vecinos y las vecinas del lugar luego de cumplir con las tareas encomendadas, a medio día se retiraron a sus casas para almorzar, cumplir con algunas actividades pendientes propias del lugar, bañarse, cambiarse de ropa y prepararse para la fiesta, en la que por primera vez estarían reunidos sin discriminación alguna.
Habían pasado las horas de prisa en aquel ambiente de fiesta de la vecindad. Cuando el sol estaba para esconderse en el horizonte, empezaron a llegar, primero los jóvenes del vecindario, luego las chicas bien vestidas y pintarrajeadas, con los mejores perfumes y escondiendo entre las chalinas los rostros cargados de picardía. Luego se integraron los adultos de toda la comarca y finalmente las amas de casa que tenían que dejar en regla sus cocinas. Los guambras, mujeres y varones casi permanecieron todo el día, ni sintieron el hambre en medio de la algarabía y de la expectativa de que iba a pasar en aquella noche memorable.


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